Como en aquella época no se permitía a las mujeres estudiar en las universidades alemanas, fue a Berna a estudiar medicina. Sin embargo, para poder servir mejor al mundo femenino, como ella misma decía, se cambió a Derecho y Ciencias Políticas en Zúrich.

En Suiza, comenzó a hacer campaña a favor del salario femenino y la protección de las trabajadoras, se afilió al Partido Socialdemócrata y escribió apasionadamente a favor de los derechos de la mujer, al principio bajo el seudónimo de "Hans Carolan" y más tarde con su propio nombre. También fue en Suiza donde conoció y se enamoró de Anna Aebi-Eysoldt, su compañera durante muchos años. Esta relación dio a su vida giros inesperados, ya que Anna Eysoldt estaba casada con un abogado que a partir de entonces hizo la vida difícil a las dos mujeres.

En 1896, fue violada por Karl Moor, figura central de la socialdemocracia suiza. Pero los camaradas querían barrer este crimen bajo la alfombra. Johanna Elberskirchen protestó en voz alta, por escrito y en público, lo que le granjeó muchos enemigos. Entre los que permanecieron leales a Karl Moor estaba el marido de Anna Eysoldt, Ernst Aebi.

Ernst Aebi y Anna Eysoldt tuvieron un matrimonio difícil y complicado, que dejó a Anna Eysoldt gravemente enferma. Las estables relaciones masculinas hacían imposible un proceso de divorcio justo, y en aquella época aún quedaba por dilucidar la cuestión de la culpabilidad en los divorcios. Johanna Elberskirchen intervino públicamente en el proceso de divorcio. A ello siguieron acusaciones de chantaje e intento de fraude, combinadas con elevadas exigencias de dinero por parte de Ernst Aebi e incluso una orden de detención contra Johanna Elberskirchen, por lo que las dos mujeres se vieron finalmente obligadas a huir de Suiza. Johanna Elberskirchen no terminó sus estudios.

Las dos mujeres se trasladaron juntas a Bonn y vivieron allí desde 1901 hasta 1913, año en que murió Anna Eysoldt. Johanna Elberskirchen se afilió al Partido Socialdemócrata de Bonn y, al mismo tiempo, a la Asociación por el Sufragio Femenino. Esto la colocó entre dos aguas, por así decirlo, y así permaneció durante toda su vida. En todas partes se sentía ofendida. La siguiente frase muestra por sí sola la tensa relación en la que se encontraba:

"El feminismo puro es (nolens volens) radical. Excluye necesariamente (...) la moderación, la limitación, las medias tintas. Ser feminista no significa querer obtener un derecho para un pequeño número de mujeres a costa de otras mujeres à tout prix - ser feminista sólo significa siempre luchar por la liberación total de todo el sexo femenino".

Era demasiado socialista para los feministas, demasiado feminista para los socialdemócratas. Los socialdemócratas consideraron incompatible que también luchara por el sufragio femenino en otra organización. La expulsaron del partido.

Escribió numerosos artículos militantes en periódicos y libros sobre temas feministas y socialdemócratas. Sus temas principales fueron la derogación de la prohibición del sufragio femenino, los estudios sobre la mujer, la violencia contra las niñas y las mujeres, la maternidad y la pediatría, la crianza y la educación específicas para cada sexo, así como cuestiones de reforma sexual relativas al matrimonio, la prostitución, la heterosexualidad y la homosexualidad. Analizó y criticó con agudeza las relaciones de poder político y social, el antifeminismo y la misoginia. No se anduvo con rodeos y denunció sin complejos y con elocuencia los agravios existentes.

Su "salida del armario" en 1904 es especialmente digna de mención, y cuando el político del SPD Wowereit pronunció su famosa frase ("Soy gay, y eso es bueno") en 2001, sin duda hizo falta mucho valor. Pero imagínense las reacciones cuando Johanna Elberskirchen escribió su frase casi 100 años antes: "Si las mujeres de la emancipación somos homosexuales, ¡pues que lo seamos! Entonces tenemos todo el derecho a serlo. ¿A quién le importa? Sólo a las que lo son".

Y prosiguió: "Protesto contra que los homosexuales sean tachados eo ipso de psicópatas, de sujetos degenerados, desmoralizados, inferiores. (...) Fuera todas las sugerencias basadas en la hipocresía, la ignorancia o la arrogancia. Que se mida socialmente a los homosexuales con el mismo rasero que a los heterosexuales. (...) ¡Dad al homosexual lo que le pertenece: su plena condición humana!".

En 1913, Johanna Elberskirchen se trasladó a Berlín y trabajó en el campo de la medicina, donde más tarde conoció a su nueva compañera Hilde Moniac. Las dos mujeres compraron una casa juntas en Rüdersdorf, cerca de Berlín, donde Johanna Elberskirchen dirigió una consulta de homeopatía y naturopatía. Mantuvo su actividad política en Berlín y se afilió al Partido Socialdemócrata. También se hizo miembro de la Liga Mundial para la Reforma Sexual, fundada en 1896 por el sexólogo Magnus Hirschfeld, que también luchaba por los derechos de los homosexuales. Johanna Elberskirchen participó como ponente de la Liga Mundial en congresos celebrados en Copenhague, Londres y Viena.

Tras la llegada al poder de los nacionalsocialistas, se le prohibió ejercer la medicina y sólo se le permitió ejercer de forma limitada. Su libro "El amor del tercer sexo" fue incluido en la lista de "literatura nociva e indeseable". A partir de entonces, no publicó nada más.

Johanna Elberskirchen murió empobrecida el 17 de mayo de 1943 en Rüdersdorf y, desgraciadamente, al principio cayó en el olvido.

Hubo que esperar hasta los años ochenta para que algunos investigadores volvieran a dar con su nombre y emprendieran la búsqueda de rastros de ella. Christiane Leidinger llevó a cabo la investigación más exhaustiva y plasmó los resultados en su libro: "Keine Tochter aus gutem Hause" (Ninguna hija de buena familia).

A través de su investigación, también se enteró de un acontecimiento que tuvo lugar 32 años después de la muerte de Johanna Elberskirchen y que fue tan extraordinario como su vida. En 1975, en una conmovedora operación de ocultación, dos mujeres, que prefieren permanecer en el anonimato, enterraron la urna de Johanna Elberskirchen en la tumba de su última compañera, Hildegard Moniac, en el cementerio de Rüdersdorf, cerca de Berlín. "La urna de la Sra. Elberskirchen yace en la tumba de la Sra. Moniac", anunció una de las dos mujeres al final de la última entrevista que la Sra. Leidinger le hizo. La tumba está protegida desde 2002.

En 2006, a petición de las lesbianas de Bonn, se erigió y dedicó ceremoniosamente una placa conmemorativa en la casa natal de Johanna Elberskirchen, en colaboración con la concejala del SPD Erika Coché, la politóloga y escritora berlinesa Christiane Leidinger y la escritora Ingeborg Boxhammer.

Los derechos del texto anterior pertenecen a  Haus der FrauenGeschichte Bonn e.V. (Se abre en una nueva pestaña)

• Leidinger, Christiane: Ninguna hija de buena familia, Constanza 2008
• http://www.frauenmediaturm.de/themenportraets/feministische-pionierinnen/johannaelberskirchen/
• http://www.lesbengeschichte.de/bio_elberskirchen_d.html