No fue hasta los años 90 cuando la comunidad internacional empezó a interesarse por las diferentes necesidades de mujeres y hombres en el sistema sanitario. Las mujeres estadounidenses fueron las primeras en descubrir que la progresión de la enfermedad puede ser diferente y problematizaron el hecho de que los medicamentos sólo se probaran en hombres. Hasta entonces, la toma de conciencia de las diferentes necesidades se limitaba a cuestiones de embarazo, parto y ciclos sexuales. Sin embargo, la medicina con equidad de género abarca también todas las demás cuestiones sanitarias.

Desde hace algunos años se sabe que los síntomas iniciales y los cuadros clínicos pueden ser completamente diferentes en mujeres y hombres. Por ejemplo, tradicionalmente se investiga un infarto cuando hay un fuerte dolor en el pecho que se irradia al resto del cuerpo. Ahora se sabe que éste es un síntoma típicamente masculino, mientras que las mujeres suelen quejarse de síntomas inespecíficos y poco llamativos, como falta de aire o náuseas. Por eso, en el pasado, los infartos de miocardio no detectados en mujeres han sido a menudo mortales.

Pero también hay diferencias graves en otras enfermedades. Es el caso del reumatismo, por ejemplo, pero también del cáncer y las enfermedades mentales. Por ejemplo, los hombres que sufren depresión tienden a ser más agresivos, mientras que las mujeres deprimidas tienden a ser más retraídas.

También hay que tener cuidado con la medicación. Hoy en día se hacen esfuerzos para incluir a más mujeres en los estudios sobre nuevos principios activos. Sin embargo, la proporción dista mucho de estar equilibrada, por lo que a menudo no se reconocen los efectos específicos de cada sexo. Los nuevos fármacos que funcionan bien para los hombres también pueden ser ineficaces para las mujeres o tener efectos secundarios indeseables. Tampoco es infrecuente que principios activos "antiguos", es decir, medicamentos que llevan años en el mercado, causen problemas porque nunca se ha comprobado que tengan muchos efectos (secundarios).

La salud reproductiva abarca todas las cuestiones sanitarias relacionadas con la sexualidad y la reproducción. No sólo incluye la atención durante y después del embarazo, incluidos el tratamiento de la fertilidad y el diagnóstico preimplantacional, el parto prematuro, el diagnóstico prenatal, los embarazos de alto riesgo y las cesáreas, sino también la anticoncepción y la píldora del día después.

El cáncer de mama, la endometriosis, la osteoporosis y las terapias hormonales -por ejemplo, durante la menopausia- también se incluyen en la gama de temas de salud reproductiva.