El término comercio justo no está protegido legalmente y, por tanto, puede utilizarse libremente. Por regla general, se refiere a iniciativas que abogan por un pago más justo a los productores y relaciones comerciales basadas en la asociación con socios de países pobres.

El comercio justo contribuye a que agricultores y trabajadores puedan vivir dignamente de su trabajo y labrarse un futuro para ellos y sus familias. El comercio justo no puede ser la solución a los problemas globales de pobreza en este mundo, pero sin duda supone una salida de la pobreza extrema para más de un millón de personas. Al mismo tiempo, muestra a gobiernos, empresas y consumidores que es posible un mundo diferente con relaciones comerciales más justas.

Las cuatro organizaciones internacionales que aglutinan el Comercio Justo han acordado la siguiente definición:

Ecológico y de producción justa no son sinónimos. Alrededor del 65% de los alimentos de comercio justo también están certificados como ecológicos. Así lo reconoce el sello ecológico de la UE.

En el comercio justo hay dos conceptos. Por un lado, hay organizaciones que conceden sellos a productos de comercio justo, pero que no comercian ellos mismos. En este caso, los licenciatarios reciben el derecho a utilizar un sello para sus productos a cambio de una cuota, a condición de que cumplan los criterios establecidos en la producción. Por otro lado, hay organizaciones comerciales y empresas que elaboran sus propias directrices de producción justa, trabajan con los productores locales y luego comercializan estos bienes aquí.

En la actualidad, decenas de sellos, logotipos y marcas certifican que sus productos cumplen normas sociales y ecológicas; algunos los conceden organismos independientes, otros los autocertifican las empresas.