"Prunus serrulata" (cerezo japonés en flor) es el nombre de los árboles que traen el esplendor de la floración rosa al casco antiguo de Bonn. Diferentes variedades de este cerezo ornamental crecen en el barrio, con periodos de floración que comienzan gradualmente y se solapan desde finales de marzo hasta mediados de abril aproximadamente. Comienza en una pequeña calle sin salida de la Maxstraße, seguida de cerezos ornamentales en las calles Michaelstraße, Dorotheenstraße, Franzstraße, Georgstraße, Paulstraße, Wolfstraße y Schützenstraße.

Un poco más adelante, las calles Maxstraße y Peterstraße son los primeros puntos destacados: allí florecen en abril los cerezos columnares japoneses (Prunus serrulata 'Amanogawa'). Estos árboles más delicados se plantaron en las calles algo más sombrías para no oscurecer demasiado los pisos. Las flores son de color rosa claro.

El gran final de la floración de los cerezos tiene lugar a mediados de abril en Heerstraße y Breite Straße. En cada calle hay plantados 60 cerezos de clavo japoneses (Prunus serrulata 'Kanzan'). Esta variedad de cerezo es famosa por sus flores especialmente exuberantes y de color rosa brillante. Gracias a sus copas en forma de embudo, las ramas forman un dosel rosa sobre la calzada, creando un maravilloso túnel de cerezos en flor.

El mantenimiento de los cerca de 300 cerezos ornamentales del casco antiguo corre a cargo de la Oficina de Verdes Urbanos.

La floración de los cerezos se ha convertido cada año en un acontecimiento de mayor esplendor en el casco antiguo desde que se plantaron los cerezos ornamentales a finales de la década de 1980 en el marco de un amplio programa de reurbanización. Antes, el casco antiguo era un anticuado barrio de artesanos, caracterizado por el tráfico de paso y las fachadas grises. La remodelación pretendía mejorar la situación ecológica y la calidad de vida del barrio. Se renovaron las fachadas históricas, se calmó el tráfico y se reverdecieron las calles y los patios. Los cerezos japoneses en flor de los bordes de la carretera pretendían dar un acento cromático especial al casco antiguo. El hecho de que las flores rosas se convirtieran un día en una atracción para el público y en la marca del barrio superó todas las expectativas.